Por Catalina Droguett, Directora Ejecutiva de Profile
Via Sustentable.cl
Hoy cuando las redes sociales se han transformado en un poderoso medio de comunicación, ingreso a Twitter y me encuentro con nombres de usuarios como @RenovaciónVerde, @Eco_Sistemas, @Ecointeligencia, @SomEnergía, @ClanEco, @VeoVerde y muchos más con miles de seguidores. Entiendo que hay un movimiento ciudadano a nivel internacional y país que tiene como color institucional el verde. Comparten información, productos ecológicos, hablan de reciclaje, conciencia social y temas afines.
Como dato me llamó la atención el estudio de la consultora Nielsen “The Global Socially-Conscious Consumer”, realizado entre 28 mil internautas de 56 países, y que incluyó a Chile, que traza un perfil de consumidores con compromiso social y ambiental. De hecho el 46% de los consultados manifestó que pagaría más por un producto o servicio responsable. Se trata de un perfil de consumidor informado, que prioriza el medio ambiente y decide sus compras en base a información de Internet y redes sociales.
Es evidente que el consumidor con conciencia social se está instalando en Chile y pide que el país y las empresas estén a la altura. En ese contexto, el implementar políticas de Responsabilidad Social Empresarial se vuelve un pilar fundamental con miras a asociar productos y servicios a valores éticos que no impacten ni destruyan a quienes los rodean.
En nuestro país, recientes investigaciones realizadas por McCann Erickson revelaron que el 46 % de los santiaguinos ha comprado productos ecológicos en los últimos 3 meses.
Actualmente, el consumidor está mucho más informado que antes y, además, los movimientos sociales se han fortalecido, la gente está despertando y entiende poco a poco cuáles son las empresas que incluyen buenas o malas prácticas en su cadena productiva. El fenómeno de las ferias y eco-mercados como, por ejemplo, el de Peñalolén, Vitacura y Chicureo, entre otros, refleja que hay un consumidor interesado en consumir eco-productos, leen etiquetas, consultan las procedencias, certificaciones asociadas y más. Casos como Freirina muestran claramente que las empresas que catalogadas de “malos vecinos” también están siendo denunciadas. Creo que, en ese sentido, hay que implementar mucho diálogo y comunicación con los stakeholders de cada compañía.
El operar con ética en poco tiempo será el “desde” de las empresas líderes, la colaboración y ganas de hacer las cosas bien en esto es clave.
Herramientas globales como ISO26000, las memorias GRI o, incluso, herramientas locales, harán que la RSE llegue poco a poco a un estándar de aplicación y medición frente a los que las empresas no podrán hacerse a un lado interna ni externamente.
Por Catalina Droguett, Directora Ejecutiva de Profile
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